jueves, 13 de noviembre de 2014

El sueño

Hay un sueño, o más bien una pesadilla, que me persigue desde que regresé de mi último viaje a Sierra Leona. Me despierta siempre a la misma hora, a la 1.30 de la madrugada, y me mantiene en vilo durante buena parte de la noche. Me inunda el desasosiego. Haciendo un esfuerzo, obligo a mis pensamientos a echar a correr, pero la escena es más rápida que ellos, acosándome una y otra vez.

Sueño con muchos de los niños que conocí. Hay uno al que siempre veo con nitidez: un pequeño de 3 o 4 años, de mofletes regordetes y camiseta negra que vivía en una barriada de Freetown. Se despedía de mí agitando la mano, gritando repetidamente: “Bye bye!”. Podría decirse que es la inocencia en carne y hueso. “Un angelico del cielo”, diría mi abuela.

"Es un niño de 3 o 4 años, de mofletes regordetes y camiseta negra...". G. ARALUCE
En el sueño, noche tras noche, esos niños enferman de ébola. Mi subconsciente les condena invariablemente a esa fatalidad. Y noche tras noche, todavía dormido, me reúno con Dios para pedirle que los acoja junto a Él. Le percibo con nitidez, no con forma humana, pero sí como una sensación que me envuelve. No hay lugar para las dudas de fe o las flaquezas, porque, de algún modo, es mi espíritu el que habla, muy lejos de las fragilidades del cuerpo. “Por favor, ¡abraza a esos niños!”, grito entre sollozos. Me derrumbo sobre mis rodillas, mi cabeza toca el suelo. Insisto en mi conversación: “Perdóname. ¡Sólo Tú sabes si podría haber hecho algo más por ellos! Pero, por favor, escucha mi súplica: salva a esos niños. Ellos son la ingenuidad y la sencillez”. Las palabras “perdón” y “por favor” las repito constantemente, ahogadas por un llanto desconsolado.

Me despierto precipitadamente, con las sábanas revueltas, repitiendo las mismas consignas. Me acorralan las preguntas: Mi trabajo en Sierra Leona, ¿ha sido útil? ¿He cumplido con el objetivo de remover alguna conciencia? Y si es así, ¿esa conciencia sacudida puede cambiar lo que está pasando allí? ¿Podría haber hecho algo más? 

Hay mucha gente buena. De hecho, es posible no haya gente mala, sino malas acciones. El periodista debe acercar a toda esa gente las realidades cercanas, denunciar las injusticias y concienciar de que se puede hacer algo para cambiar el mundo. El reportero Miguel Gil Moreno dio la vida por ello. Precisamente, en Sierra Leona. Quién sabe si, en un futuro, será él quien me ofrezca alguna respuesta a todas esas preguntas. 




"Se despedía de mí agitando la mano, gritando repetidamente: “Bye bye!”. Podría decirse que es la inocencia en carne y hueso...".

5 comentarios:

  1. El artículo es muy bonito.Si fuese cierto y no una invención de su ego disparado sería más bonito. Su trabajo en Sierra Leona ha sido util para usted. Ha podido masajear ese ego, algo que certifica este post en su blog. Nos vende su imagen angelical que es lo que de verdad a usted le preocupa. Una decepción más. La miseria ajena no es un lugar al que ir unos días, volver y hacerse pasar por lo que no se es. Menos con imposturas como la que usted ha escrito. El motivo de su viaje no fue otro que este. Haría bien en asumirlo y no mentirse ni mentir al resto. Están muy vistos los periodistas turistas sentimentales que tratan de aparentar otro aspecto. No es usted nadie nuevo ni mejor. Los periodistas de verdad no escriben artículos así. Trabajan y callan. Las personas de verdad tampoco.

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    1. Gracias por su comentario, de veras que lo valoro. He de reconocer que tenía mis reticencias a la hora de publicar esta entrada, pero una persona cercana me recomendó que lo hiciera. Estas líneas han permanecido varias semanas en un baúl, pero he terminado por considerar que un blog, lejos de lo que puede ser un periódico, es el espacio idóneo para publicar inquietudes personales. Con ellas, en muchas ocasiones, no pretendo informar, sino vaciarme, como lo hace todo ser humano en cualquiera de sus circunstancias.
      Es imposible comprender los motivos que llevan a alguien a hacer algo, pero igualmente valoro su interpretación. Pese a todo, debo decirle que me daba por contento si mis reportajes servían para remover alguna conciencia, y si mi viaje era de utilidad para toda la gente buena que de verdad permanece allí y merece todo el reconocimiento. Sé que no soy nadie nuevo, ni mejor que nadie. Tampoco pretendo serlo. Y siento si le he ofendido en algún sentido, pero nada de esto es falso.
      Un saludo.

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    2. Estas líneas van para el usuario que presupone malas intenciones en Gonzalo Araluce. Usted ¿ha estado en Sierra Leona? Mejor cállese. ¿Usted se ha jugado la vida por estar allí? Mejor cállese. ¿Usted es Dios para juzgar la conciencia de los demás? Mejor cállese. Usted entiende mucho de egos, tal vez porque tiene un ego tan grande como una catedral, como las dos torres Kío inclinadas por el peso de su estupidez y su ombligo. Creía conocer la condición humana, pero usted me sorprende: pocas veces he leído algo tan malicioso y repugnante. Creame, calladito estará mejor.No soy nadie anónimo. Mi nombre es Jose Julio Serrano.

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  2. Hola! Soy una mama de colegio alemán de San Sebastian y he llegada hasta ti a través de mi pequeña de 7 años. Queria decirte que aunque nunca se hace lo suficiente, al menos tu lo intentas y lo intentas un paso mas alla que muchos de nosotros. Tu remueves conciencias, formas conciencias como en el caso de mi hija, que llego a casa hablando de Sierra Leona y de que iba a pedir a Papa Noel que los niños allí tuviesen casa y comida. Sin ti y gente como tu, nos instalaríamos en en área de confot y el letargo de la conciencia. Gracias a gente como tu ayer recorrimos los armarios buscando cosas para donar, hoy iremos con nuestros hijos a comprar alimentos y sobre todo educaremos a los mas pequeños en el valor de la SOLIDARIDAD, con la esperanza de que su generación sea mejor que la nuestra. GRACIAS GONZALO

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